La criminología en los delitos de violencia de género: un análisis inclusivo
LIC. CARLOS MAURICIO CALLEROS LÓPEZ © Todos los derechos de autor reservados, prohibida su reproducción o modificación parcial o total.
La violencia de género constituye uno de los problemas sociales más complejos y persistentes de nuestra época. La criminología, como disciplina que estudia el delito, sus causas y su prevención, desempeña un papel fundamental en el análisis y abordaje de estos crímenes. Sin embargo, el enfoque tradicional de la violencia de género a menudo ha estado centrado en las relaciones heterosexuales, dejando de lado las dinámicas de violencia que ocurren en parejas no heterosexuales. Esta omisión dificulta la implementación de acciones de prevención que sean inclusivas y eficaces para todas las realidades.
La violencia de género: definición y alcance
La violencia de género se define como cualquier acto de violencia que tenga como base el género y que resulte en daño físico, sexual, psicológico o económico para la víctima. Aunque históricamente se ha asociado principalmente con la violencia ejercida por hombres hacia mujeres en relaciones heterosexuales, esta definición incluye también a personas de la comunidad LGBTQ+ que experimentan violencia en sus relaciones afectivas.
En este contexto, la criminología tiene el desafío de expandir su marco conceptual para abordar las diversas formas de violencia de género que surgen en una sociedad cada vez más diversa y plural. Este enfoque inclusivo requiere no solo el análisis de los factores de riesgo comunes, sino también el reconocimiento de las particularidades culturales y sociales que afectan a parejas no heterosexuales.
Las relaciones afectivas entre personas del mismo sexo o con identidades de género diversas presentan retos únicos que a menudo no se abordan adecuadamente en las políticas públicas y los programas de prevención. Entre los factores que dificultan esta tarea se encuentran:
• Invisibilidad estadística: Los sistemas de registro de violencia suelen centrarse en las relaciones heterosexuales, lo que genera una carencia de datos fiables sobre violencia en parejas no heterosexuales. Esta invisibilidad limita el desarrollo de estrategias específicas.
• Estigmatización y discriminación: Las personas LGBTQ+ enfrentan estigmas que pueden impedirles denunciar casos de violencia por temor a ser revictimizadas o discriminadas. Esto también afecta su acceso a recursos de apoyo.
• Diferencias en las dinámicas de poder: Aunque la violencia de género en relaciones heterosexuales a menudo está marcada por una dinámica de poder basada en el patriarcado, en parejas no heterosexuales las dinámicas de poder pueden surgir de otros factores, como la edad, la situación económica o la aceptación social.
• Falta de formación en las instituciones: Los cuerpos policiales, el sistema judicial y las organizaciones de apoyo suelen carecer de formación adecuada para atender casos de violencia en parejas no heterosexuales, lo que perpetúa barreras en la protección y atención de las víctimas.
Esta nueva realidad nos a la necesidad de realizar reformas legales que consideren la violencia dentro de las relaciones humanas más allá de la perspectiva de género. En las últimas décadas, muchas reformas legales y políticas públicas enfocadas en prevenir la violencia de género han centrado su atención en sancionar al "hombre" como perpetrador principal, basado en una visión de la sociedad influenciada por estructuras patriarcales. Si bien estas medidas han sido necesarias para combatir la violencia sistemática contra las mujeres, han dejado un vacío en el reconocimiento y regulación de otras formas de violencia que pueden ocurrir en relaciones no heterosexuales o fuera de los paradigmas tradicionales de género.
Es imprescindible que las leyes y las políticas preventivas evolucionen hacia un enfoque más inclusivo, que considere la pluralidad de relaciones afectivas existentes en la sociedad moderna. Esto implica no solo ampliar el alcance de las definiciones legales de violencia de género, sino también garantizar que las medidas de prevención y protección sean aplicables y accesibles para todas las personas, independientemente de su identidad de género u orientación sexual.
Así pues, surgen nuevos retos para la criminología, la que considero se debe adoptar una perspectiva interseccional que considere cómo los factores de género, orientación sexual, identidad de género y otros determinantes sociales interactúan para generar vulnerabilidades específicas las cuales han servir como fundamento en las reformas de leyes e implementación de políticas públicas afines al caso.
Se puede concluir entonces que la violencia de género es un fenómeno que trasciende las fronteras de la orientación sexual y la identidad de género. Para ser verdaderamente eficaz, la criminología debe ampliar su mirada y desarrollar enfoques inclusivos que consideren la diversidad de las relaciones afectivas en la sociedad contemporánea. Esto incluye reformar y crear leyes que no solo se enfoquen en el castigo al hombre bajo paradigmas tradicionales, sino que regulen y prevengan todo tipo de violencia desde una perspectiva inclusiva y plural. Solo así podrá contribuir a la prevención y erradicación de la violencia en todas sus manifestaciones, garantizando justicia y protección para todas las personas.